Las 5:30 de la mañana, hora local. Llueve, de hecho no ha parado de llover en toda la noche. Apenas se ve nada en la calle. Todo lo que nos rodea es oscuridad. Tras un desayuno rico en vitaminas, a las 6:05 nos disponemos a subir. Lluvia y más lluvia. No da tregua, pero lo que vamos a vivir es único y da lo mismo que esté lloviendo, tronando o incluso granizando. Ya lo hemos vivido anteriormente y aunque moleste y duela, la recompensa da la vuelta a la situación y lo que puede empezar siendo una mueca de malestar se transforma en una sonrisa de felicidad que tardará mucho tiempo en borrarse de tu memoria.

Comenzamos a bajar, para posteriormente ascender por las escarpadas escalinatas. El suelo está húmedo y los charcos de agua se te tiran encima. No existe terreno seco en este lugar. Al comienzo de la ascensión, dejo de usar mi chaqueta que sirve a la vez de chubasquero. Mis pantalones están completamente empapados lo mismo que mi camiseta. Al llegar arriba, a las 7:10 decido escurrir la ropa mojada.

Poca gente en la entrada hace rápido el acceso. La neblina sube y de pronto estamos perdidos en mitad de la inmensidad y tras una cortina de vapor, se hizo el milagro. Ahí estaba lo que unos granjeros hará cien años denominaron el Monte Viejo. Hoy en día lo conoce todo el mundo por ese nombre dicho en la lengua Quechua como Machu Pichu.

Rodeado de montes vestidos en verde y acariciados por el manto de nubes que bailan a su alrededor, contemplar esta postal ha hecho y sigue haciendo que tu sonrisa se quede permanente y tu ojos se pongan vidriosos. Esto provocó en mi, la necesidad de hacerles llegar a mis amigos al otro lado de la selva y cruzando el Atlántico un vídeo disfrutando del momento. No lo hice por dar envidia ni nada por el estilo. Sentía la necesidad de compartir ese momento con gente a la que quiero y que en ese momento no se encontraba conmigo. La necesidad de compartir momentos así es latente y por ello realizamos fotos de cada cosa, animal o persona que nos impacta. Es nuestra experiencia en los viajes lo que nos lleva a volver a realizar otro y otro. Hablar con las gentes del lugar, saber qué les interesa, aprender de ellos y compartir tu visión de la vida y tus emociones. El turismo no es solamente un negocio. El turismo es mi vida y soy consciente que cuando estoy trabajando/viajando por el Mundo aprendo y la visión del Mundo que nos rodea es tan diferente en cada lugar, que cuando vuelves a tu casa y a tu vida, te das cuenta que ese viaje te ha cambiado. Ya sea para bien o para mal. Y en este caso puedo decir que fue para bien, así que sigamos la Ruta.

15

Post escrito por David Peris Navarro 1/02/2014

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *